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Sí, me salí de la trampa. Como dice Alvarito Arvelo.No vuelvo a votar por nadie. Ni por mí mismo, a menos que no cambien las estructuras de poder que permiten el robo de la voluntad popular con el dinero del presupuesto nacional y la complicidad de quienes tienen que velar por la transparencia del proceso electoral, su diafanidad y equidad para que sea democrático.
La Junta Central Electoral, el Tribunal Superior Electoral, no pueden ser beligerantes, ni hacerse de la vista gorda y flaca cuando la Policía y las Fuerzas Armadas, por órdenes del presidente de la República, salen a reprimir dirigentes opositores y a proteger a los oficialistas que compran cédulas, como ocurrió en mayo.
No vuelvo a votar a menos que se apruebe una buena ley de partidos que evite el transfuguismo y ordene el sistema de partidos. Una ley electoral que incluya jueces independientes, sin militancia partidaria, que actúen apegados a la Constitución y las leyes.
No permitiré que se vuelvan a burlar de mí, que me cojan de pendejo como lo hicieron. Hice una cola para votar al igual que muchos otros. A las cinco de la tarde, tres encuestas a boca de urna de empresas muy prestigiosas, daban a Hipólito Mejía ganador de las elecciones con un 52 por ciento. En ninguna parte del mundo las encuestas a boca de urna fallan. Solo en la República Dominicana.
Lo que pasó el 20 de mayo después del mediodía cuando el gobierno supo que perdía los comicios, algún día alguien lo escribiré, como escribió Leonel el libro “Raíces de un poder usurpado” donde detalla el fraude de Balaguer, hoy su líder y guía espiritual junto con Vincho Castillo, en las elecciones de 1990 para impedir que Juan Bosch volviera a la Presidencia de la República.
No vuelvo a votar, me salí de la trampa del sistema.
Y usted, ¿volverá a votar? ¿Permitirá que de nuevo lo cojan de pendejo?
¡Sálgase de la trampa!