Por: Jorge Puello, Estratega del golpe a Balaguer 1978 y miembro del Foro Renovador
“Definitivamente la memoria histórica suele ser obstinada, por mucho que se intente borrarla”
“DE BALAGUER QUEDARSE EN EL PODER MAS ALLA DE 1970, EN LA REPUBLICA DOMINICANA LA SANGRE CORRERÁ A RAUDALES. Augusto Lora
Si la memoria histórica nunca perime al igual que los crímenes de estado, por qué no comenzamos a buscar al igual que los judíos y los chilenos, a todo aquel que durante los 12 años de Joaquín Balaguer cometieron crímenes. En Villa Grimaldi, sector privado en Chile, era el lugar donde se torturaban a todo aquel que no simpatizaba con el régimen de Augusto Pinochet. Los muros de Grimaldi son testigos mudos de las atrocidades cometidas por orden del vil Pinochet. Corredores que escucharon las angustias más crueles. Celdas y centros de torturas que fueron destruidos para no dejar huellas, solo los escombros cuentan su macabra historia.
Santo Domingo también tuvo su Grimaldi lleno de sangre, con la Banda Colorá, solo con la única diferencia que los sacrificados fueron dominicanos y los torturadores vestían diferentes y el que impartías las ordenes no se llamaba Pinochet, sino Joaquín Balaguer. Un abogado que utilizó, desde el poder, todos los instrumentos a su alcance para mandar a matar y a torturar a todo aquel que no rezara en su altar maléfico.
En sus 12 años de martirio, demostró que fue y era el discípulo más aventajado de Trujillo. Ejerció y utilizó los mismo métodos que su antecesor, dejando tras de sí una estela de sangre que hoy quizás le reclaman en el infierno donde está.
Cuando éste sátrapa dijo: “CRIMINAL NO ES EL QUE PORTA EL PUŇAL…SINO LA MANO QUE LO EMPUJA” no se equivoco. Los más de 25,000 hombres y mujeres que murieron por defender a su patria de ese asesino, fueron todos ejecutados no por el que portaba el puñal, sino por el que impartió las órdenes para empujar el puñal. Después de todas y cada una de las ejecuciones, aparecía en pantalla y solo sonreí cuando un periodista le sorprendía con una pregunta, capciosa según él, pero cierta. Cuantas fosas comunes habría que desvestir para saber cuántos fueron los muertos. Que osamenta podría decirnos su nombre, para por lo menos darle cristiana sepultura. Que nicho espera por nosotros para contarnos como fue su destino. Lagrimas que corren en silencio, oscuridad que rompe el alma.
Quien dará el primer paso hacia el ajuste de cuentas con el pasado que cada vez se aleja más. Recuerdos quebrados por el tiempo. Tiempo que se desliza entre esperanza y silencios múltiples… y que caen el alma olvida, como un rocío que a nadie le importó.