VISIÓN POLÍTICA

POR NELSON ESPINAL BÁEZ*
EN DIRECTO|18 OCT 2014, 12:00 AM|
La política en la era del Facebook y las redes

Si tomamos en cuenta que todas las revoluciones han sido provocadas por cambios trascendentales en la comunicación entre los seres humanos, podemos decir, al ver el auge de los medios digitales de comunicación, que estamos frente a una revolución en proceso. La denomino la revolución en marcha de los nuevos medios de comunicación social.

La comunicación es una de las esencias subyacentes de todo cambio histórico. Por ello la imprenta de Gutenberg, el descubrimiento de América, el barco de vapor, las estructuras viales nacionales e internacionales, y el teléfono, provocaron cambios radicales en la sociedad humana. El Facebook – y las redes sociales en general - son una expresión social y política de una revolución en proceso, cuyo fin es el medio en sí mismo: la libertad de expresión, de acción y reacción pública en cualquier medio social o político.

El contexto está creando nuevos contenidos y significados. La comunicación como medio crea nuevos contenidos comunicaciones debido a los paradigmas y supuestos mentales de los usuarios de las nuevas tecnologías de la comunicación. Pareciera un contrasentido, pero no lo es. El Facebook y las redes han cuestionado conceptos que antes se consideraban sacrosantos, y han obligado a revisar valores que antes solo defendían sus entusiastas de izquierda o de derecha.

La democracia no es ideología sobre la organización económica: es un método y un instrumento para organizar la colectividad, la convivencia, en su proceso de delegar el poder político. Pero la democracia no garantiza el buen gobierno en términos sociales y productivos. Solo garantiza – y eso es mucho – que nosotros los ciudadanos podamos echar a los gobernantes que no nos satisfacen. Esa es, sin lugar a dudas, la gran diferencia con la dictadura. Esta distinción la han intuido los usuarios de las redes sociales en el mundo. La defienden y la utilizan abiertamente.

Por ello la cuestión fundamental es saber si la izquierda y la derecha están en condiciones de renovar sus conceptos y sus prácticas de poder, de acuerdo a los nuevos conceptos que sustenta el paradigma de las redes sociales y su enfoque aperturista; o si pretenden mantener regímenes dictatoriales que indefectiblemente chocaran con la cultura de las redes sociales en el mundo. Ejemplo hay muchos, Hong Kong, Egipto, Cuba, Venezuela, Ucrania, entre otros.

Debemos saber, por otro lado, si los usuarios de las redes podrán mantener la pureza de sus objetivos sin ser manipulados por los intereses de la gran política y economía; si lo son, terminarían sirviendo a intereses ajenos.

Durante los últimos años el compromiso social estuvo asociado a la lucha contra el mercado. Realmente se debió tratar de poner el mercado al servicio del bien público y la lucha contra las desigualdades. Las mismas redes sociales son un espacio donde hay un auténtico libre mercado de idea.

Igual reflexión podemos hacer frente a las lógicas del monopolio, público o privado, sobre todo cuando han dejado de garantizar la provisión de un servicio de forma eficaz y socialmente ventajoso. La competencia se ha erigido en un auténtico valor para el ciudadano en gobiernos de derecha o izquierda. Pues mientras más libertad y competencia, más cobertura social y menor costo para el usuario. Estos cambios han tenido varias fuentes, la primera es la parálisis que ha sufrido la socialdemocracia en el mundo y sus fracasados gobiernos en gran parte de Europa. Pero también ha sido gracias al contexto comunicacional que ha provocado la revolución en marcha de las redes sociales.

Los usuarios de las redes han comprendido, antes que los partidos políticos, que es con más libertad que se lucha contra las normas, de derecha o izquierda, que limiten la libertad y la igualdad.

La lucha de hoy no se libra entre una política de izquierda y otra de derecha; el verdadero combate se libra entre aquellos que desean que el mundo tenga un formato más eficiente y abierto y aquellos que se aferran al anacronismo de los “ismos” del que pudiéramos prescindir para que no conviertan la política en nuevas religiones.

Si la política que existe no gusta, hay que cambiarla. Si los partidos políticos que hay no gustan, hay que cambiarlos o cambiar a sus dirigentes. Esa es la mentalidad de redes sociales, pero por lo que si debemos apostar es por mantener la política como proyecto colectivo para el cambio social.

Creo que buena parte de lo que le pasa a la izquierda en muchos países del mundo es que se limita a ser la anti-derecha, algo que no tiene nada que ver, con una verdadera alternativa.

El gran mal de la derecha es que ha confundido la Junta de Directores de sus empresas con el Consejo de Ministros del gobierno; la táctica empresarial con la estrategia política; los resultados personales con el crecimiento global. Se ha olvidado que ha sido la economía, la banca privada, la que ha colapsado en Dominicana y en el mundo, justo porque se manejaba con criterios exclusivamente económicos sectoriales.

Mientras por otro lado, para una buena parte de la izquierda razonar con criterios que busquen éxitos o libertades económicas es conspirar contra los objetivos sociales. Siguen pensando que lo social puede ser preservado aun con el fracaso económico. Con esos absurdos se construye una oposición, pero no se construye proyecto de poder ni mucho menos, una visión de país.

Se olvidan, que en política, lo importante no es tener la razón, sino la capacidad de hacer acuerdos para satisfacer y servir el bien común. Este es el contenido de una re-evolución concertada. Una socialdemocracia liberal.