Por Servicios de Acento.com.do. 20 de junio de 2015 - Saber si un hijo está recibiendo una educación de calidad se ha convertido en una de las misiones más difíciles para los padres. Las teorías educativas dicen que no existe el colegio ideal, pero muchos se preguntan si las deficiencias del sistema educativo privado en República Dominicana terminarán pasando la factura en el futuro a los hijos. 10001346108374jpg.jpg Foto: Carmen Suárez/Acento.com.do/En todo el mundo la educación de calidad es costosa. Geizel Torres/Cortesía de Mercado SANTO DOMINGO, República Dominicana.-Hace un año que Forbes República Dominicana hizo un balance de precios entre 15 colegios del Distrito Nacional; desde entonces las tarifas de esas mismas instituciones, en promedio, aumentaron más de 7%. Esto a pesar de que en 2013 una sentencia del Tribunal Constitucional prohíbe a los colegios privados aumentar las escolaridades sin autorización del Ministerio de Educación (Minerd), bajo el marco de la Ley 86-00, y para poder solicitar el aumento deben justificar las razones. Ahora bien, no puede medirse la calidad de la educación por el precio de una matrícula. Para Margarita Heinsen, presidenta de Didáctica y asesora del Minerd, para saber si un colegio es bueno o no, es necesario evaluar muchos aspectos. “Hay que tomar en cuenta desde las políticas internas de las instituciones, la gestión y el clima escolar, hasta uno de los puntos críticos de la enseñanza, que es el personal docente”, señala. Según la experta, el aprendizaje del estudiante estarádeterminado por las características y habilidades que tengan los maestros en la clase. Factores como la profesionalización y la práctica dentro de las aulas son esenciales. “En nuestro país no existen mecanismos para medir y comparar la calidad. El único instrumento de medición son las pruebas nacionales y los rankings internacionales. Los resultados de nuestros estudiantes en las pruebas internacionales son muy graves. República Dominicana ocupa los últimos lugares”, asevera Heinsen Tomando en cuenta este dato, el informe de seguimiento de EDUCA y Diálogo Interamericano titulado El Estado de las Políticas Públicas Docentes de República Dominicana advierte que solo el 5% de los maestros ejerce la docencia en la primera infancia, el 65% en nivel de primaria y el 13% en nivel secundaria, donde según los expertos, hay un déficit en áreas referentes a matemática y ciencias, principalmente. “En nuestro país no existen mecanismos para medir y comparar la calidad. El único instrumento de medición son las pruebas nacionales y los rankings internacionales. Los resultados de nuestros estudiantes en las pruebas internacionales son muy graves. República Dominicana ocupa los últimos lugares”, asevera Heinsen. Esta realidad ha hecho que muchos padres opten por invertir y matricular a sus hijos en colegios acreditados por instituciones extranjeras, como es el caso de SouthernAssociation of Colleges and Schools(sacs) o Canadian AccreditedIndependentSchools (cais), como una forma de garantizar que las instituciones cumplan con ciertos estándares. Sin embargo, tampoco hay datos que puedan probar las diferencias académicas entre los colegios acreditados y los que no. “Lamentablemente los padres no tenemos datos para saber si la inversión que estamos haciendo realmente marca la diferencia en la educación de los hijos(…) Lo que es una A en un colegio, puede ser una C en otro. No hay un criterio unificado sobre la medición del desempeño del alumno”, afirma Margarita Heinsen. Un mar de dudas Las pruebas nacionales que el Minerd realiza se aplican a estudiantes de octavo y doceavo año en los colegios tanto públicos como privados. Para 2014, 81.61% de un total de 150,687 estudiantes de octavo grado pasóla prueba en la primera convocatoria, mientras en cuarto de bachillerato apenas el 61% de casi 111,000 alumnos lo logró. Las cifras por sísolas son alentadora, pero si las ponemos en contexto con otros países de la región, cuyos índices educativos son superiores a los de República Dominicana, surgen las dudas. Por ejemplo, en diciembre del año pasado se publicaron los resultados de las pruebas terce (Tercer Estudio Regional Comparativo y Explicativo) que aplica el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (llece), coordinado por la Unesco. Estas pruebas se aplicaron en 2013 y miden los logros de estudiantes de tercero y sexto grado de 17 países de América Latina y el Caribe en las áreas de lenguaje (comprensión de lectura y escritura), ciencias y matemática. Los resultados arrojan que nuestro país estámuy por debajo de la media en América Latina y ocupa el último lugar en todos los índices, especialmente en el área de matemática. Ahora bien, hay que rescatar que desde que se aplicólasegunda prueba (serce) en 2006, los resutados han ido mejorando paulatinamente. Otro esfuerzo que vale la pena reconocer es que este año el país participópor primera vez en el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (pisa, por sus siglas en inglés) que evalúa los conocimientos de los jóvenes de 15 a16 años en más de 60 países. Si bien es cierto que el panorama ha comenzado a cambiar, queda mucho camino por recorrer. Graficos-Tema-Educación El reto de la educación inclusiva No se puede hablar de calidad sin inclusividad. Las grandes inversiones en currículo e infraestructura, tanto el sector público como privado, tienen un reto por delante: la atención a niños y jóvenes con algún tipo de discapacidad, sea física o mental. En cuanto a infraestructura, de todos los colegios de nuestro listado, solo Saint Joseph School cuenta con todos los accesos (ascensor, rampas, pasamanos y baños amplios). Más profundo y grave se vuelve el tema de la adecuación curricular. Sobre ello hay que empezar por señalar que el mismo Estado no cuenta con estadísticas claras sobre el número niños y niñas que tienen algún tipo de discapacidad. “Sobre estadísticas no tenemos nada. En los censos que se han realizado en el país, nunca se ha incluido la pregunta de cuantas personas con síndrome de Down o cualquier otra enfermedad puede haber en las familias censadas”, explica María Esther Valiente de la Fundación Quiéreme como soy. Al respecto, las únicas estadísticas que existen son las que indican las referencias médicas de que nace un niño con esta condición por cada 800 nacimientos. Esto quiere decir que en nuestro país hay cerca de 15,000 personas con síndrome de Down. Lo mismo pasa con otras condiciones. OdileVillavizar, presidenta de la Fundación Manos Unidas por el Autismo, reconoce que tampoco hay datos en el país sobre la cantidad de personas que padecen autismo. En este caso, las referencias internacionales son verdaderamente alarmantes, ya que apuntan que de cada 66 nacimientos, hay un niño con autismo. Si aplicamos la regla, quiere decir que en el país podría haber casi 200,000 personas con esta condición. “En el caso del autismo, es muy importante que el niño se integre a los colegios regulares, ya que mucho de su aprendizaje depende de la imitación. Asíque mientras más conductas normalizadas él vea, máspuede aprender del entorno. Sin embargo, nos hemos topado con colegios que no los quieren aceptar o no pueden porque sus profesores no están calificados para atenderlos”. Para muchas familias con niños que sufren alguna discapacidad, la solución que les brindan algunas instituciones es que sus hijos estén junto a una maestra de apoyo, que tiene un costo que puede ir de los RD$8,000 a los RD$25,000 mensuales y que deben costear las mismas familias, aparte de las tarifas de cada colegio. Tanto Valiente como Villavizar reconocen que este gobierno ha hecho un esfuerzo por visibilizar esta población, incluso algunas de las nuevas escuelas ya cuentan con su propio salón de inclusión y poco a poco los resultados van a notarse. “El presupuesto, aun con el 4%, no da para tanto, y lo peor es que no hay personal capacitado en el país para hacer frente a las necesidades especiales. Las universidades quitaron las carreras que tenían que ver con terapia y educación especial. La unphu es la única ahora mismo ofreciendo la carrera, pero hasta este año es que sale la primera promoción de Educación Especial”, asegura María Esther Valiente.