THE END OF AMERICAN INTERVENTION
Andrea Bruce for The New York Times
American soldiers passing through Kuwait on their way home to the United States after leaving Iraq.
By JAMES TRAUB
Translation by: Prof. Jorge Puello
Published: February 18, 2012
FOR the last 20 years we have lived amid the furious clangor of war — and debates over how to wage it. The intense and urgent clashes in the 1990s over “humanitarian intervention” gave way to pitched battles over “regime change” and “democracy promotion” after 9/11, and then to arguments over “counterinsurgency strategy,” a new battle for hearts and minds, as Barack Obama ramped up the war in Afghanistan.
Durante los últimos 20 años, hemos vividos en medio de un sonido furioso de Guerra- y un debate sobre cómo ganarla. La intensa y urgente lucha de los años 1990s sobre “las intervenciones humanitarias” abrió camino para lanzar ataques sobre “cambios de regímenes” y la promoción de democracia” después del 11/9, y luego argumentar sobre “las contrainsurgencia estratégica,” una nueva forma de batalla para el corazón y la mente, de la misma forma de como Barack Obama aceleró la guerra en Afganistán.
The foreign policy debate has often felt like an ideological cockfight. And now, although we have not yet realized it, that era has come to an end.
El debate sobre política externa varias veces se ha sentido como una pelea de gallos. Y ahora, aunque todavía no nos hemos dados cuenta, esa era ha llegado a su fin.
For proof, you need look no further than the Pentagon’s new “strategic guidance” document, issued last month in the wake of Mr. Obama’s pledge to cut $485 billion from the defense budget over the coming decade. It repeats many of the core objectives of recent American national security strategy: defeat Al Qaeda, deter traditional aggressors, counter the threat from unconventional weapons.
Para Ud. notarlo, solo necesita observar la nueva estrategia del Pentágono, los documentos sobre “Guía estratégica” emitidos el mes pasado en el despertar de la promesa de Obama al ejecutar un corte de $485 billones de dólares, al presupuesto de la Defensa para los próximos 10 años. Se repiten muchos de los objetivos centrales de la reciente Estrategia de Seguridad Nacional Americana, en las cuales sus prioridades son: Destruir a Al Qaeda, Amenazar a los agresores tradicionales y no subestimar las amenazas de armas no convencionales.
But it also states, “In the aftermath of the wars in Iraq and Afghanistan, the United States will emphasize nonmilitary means and military-to-military cooperation to address instability and reduce the demand for significant U.S. force commitments to stability operations.” It goes on to note that “U.S. forces will no longer be sized to conduct large-scale, prolonged stability operations.”
Pero también establece que, “Después de los resultados de la Guerra en Iraq y Afganistán, los Estados Unidos se centralizaran en el uso de medios no militares y cooperación militares a militares para tratar medidas de inestabilidad y la ves reducir las demandas del uso de enfrentamientos directo con las fuerzas Norte Americana, para estabilizar un conflicto. Y procede a señalar que, las fuerzas de los Estados Unidos no se medirán con otras fuerzas en escala mayor ni tampoco en una operación de larga duración.
With this paragraph military planners signaled an abrupt end to the post-9/11 era of intervention. Only a few years ago the wars in Iraq and Afghanistan — wars of occupation, nation-building and counterinsurgency — looked like the face of modern conflict. Now they don’t. Americans don’t believe in them and can’t afford them anymore.
Con este planteo del programa militar se está enviando un abrupto final a la era de intervenciones post 11 de septiembre. Solo hacen unos cuantos años, la guerra en Irak y Afganistán, guerras de ocupaciones, construcciones de naciones y contrainsurgencias, parecen ser la cara de los nuevos conflictos moderno. Ahora no lo son. Los americanos no creen en ellos ni tampoco pueden costear ya sus gastos.
The strategic guidance hit one other very new note: While American forces will continue to maintain a significant presence in the Middle East, the planners wrote, “We will of necessity rebalance towards the Asia-Pacific region.” This is bureaucratic code for “we will stand up to China,” which, the Obama administration has concluded, has superseded Al Qaeda as the chief future threat to American national security.
La guía estratégica toca otra nueva nota: Mientras que las fuerzas militares continúan manteniendo una presencia significativa en el Medio Oriente. El planificador escribió, “Nosotros rebalancearemos la necesidad control hacia la región del Pacifico y Asia. Este es un código burocrático para “Nosotros confrontaremos a China” de la cual, la administración Obama ha concluido, han sobre pasado a Al Qaeda como la amenaza del futuro para la seguridad de la nación americana.
To say this is not merely to assert that one region has taken precedence over another but that the traditional threat of the expansionist state has supplanted the threat of the stateless actor that emerged after 9/11. Of course, global problems like climate change, epidemic disease, nuclear proliferation and terrorism won’t go away. But in matters of war and peace, we seem to be returning to a more familiar world in which great powers maneuver for advantage.
Decir esto no es mera reafirmación de que una región haya tomado iniciativa sobre otra, si no que, la amenaza tradicional del estado expansionista ha suplantado la amenaza de los actos del 11 de septiembre. Por cierto, los problemas globales como lo son: cambios climáticos, enfermedades contagiosas, proliferación nuclear y el terrorismo no se irán del tapete. Pero en lo concierne a la guerra y la paz, parecería que estuviésemos regresando hacia actos mundialmente mas familiares, en los cuales las grandes potencias luchan por mejores posiciones.
We left that world behind, or so we thought, with the end of the cold war, which deprived America of its traditional enemy and thus raised the question of whether and when we would resort to force.
Nosotros dejamos ese escenario atrás o asi esperábamos, con el fin de la guerra fría, la cual desproveyó a los Estados Unidos de sus enemigos tradicionales y aunque levante las interrogante de donde y cuando podemos utilizar la fuerzas armadas o marines.
The answer came in the mid-1990s, when the Clinton administration felt compelled to respond to political chaos in Haiti and mass violence in the Balkans. Force could be used in the pursuit of justice. During the 2000 election campaign, George W. Bush vowed to put an end to these moralistic enterprises and to focus instead on great-power relations.
La respuesta vino a mediado de los 90s, cuando la administración Clinton se vio compelida a responder al cao político en haiti y la violencia en masa en los Balcanes. La fuerza puede ser usada en la búsqueda de la justicia. Durante las elecciones del 2000, en la cual GW Busch prometió poner fin a estos intercambios moralistas y a mejor concentrase en las grandes relaciones de poderes.
But 9/11 turned those plans upside down. Indeed, the Bush administration’s 2002 national security strategy asserted that “America is now threatened less by conquering states than we are by failing ones.” Mr. Bush, far more than Mr. Clinton, yoked the use of force to a transcendent principle, insisting that America “must defend liberty and justice because these principles are right and true for all people everywhere.”
El sept. 11 volteo esos planes y los hisos añicos. En realidad, la administración Busch del 2002 concerniente a su estrategia de seguridad nacional confirmaron que América o los Estados Unidos, están ahora amenazada menos en la conquistas de de los estados y que estuviésemos peor de no hacerlo. El señor Busch, más lejos que Clinton, ahoga el uso de la fuerza y la reduce a un principio transcendental, insistiendo que America debe defender su libertad y justicia, porque estos principios son buenos y verdaderos para todas las personas en todas partes del mundo.
Those were fighting words, and not just abroad. The debate over the war in Iraq revived many of the old debates from the Clinton era. Liberal internationalists like the British Prime Minister, Tony Blair, joined American neoconservatives like William Kristol and Robert Kagan in arguing for the use of force to bring about transformative political change, while “realists” on the left and right warned of the danger of reckless adventures.
Esas fueron palabras Fuertes y no meramente ajustes externos. El debate sobre la guerra en Iraq revive muchos de los debates de la era de Clinton. Liberales internacionalistas como lo es el Primer Ministro Británico, Tony Blair, se une a los neoconservadores de América como lo son: William Kristol y Robert Kagan, en sus posiciones sobre el uso de la fuerza para traer o conseguir cambios políticos transformativos, mientras que los realistas en la izquierda y en la derecha advierten sobre el peligro de aventuras desatinadas.